INMACULADA CONCEPCIÓN

 

La Iglesia celebra el 8 de diciembre la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Mucho antes de que el dogma fuese proclamado en 1854(1)  por el Papa Pío IX, nuestro país se había distinguido por la defensa de esta creencia, siendo declarada patrona de España y de las Indias en 1760 por el Papa Clemente XIII, mediante la bula “Quantum Ornamenti”, a petición del rey Carlos III.

El Papa, al declarar este dogma de fe, no hacía sino recoger una antigua tradición por la que a María siempre se la ha considerado como la "llena de gracia".

En el Nuevo Testamento, el Evangelio de San Lucas recoge cómo el ángel llama a  María “llena de gracia”, es decir, “que no está en posesión del pecado”. Aunque ya desde los primeros siglos de nuestra fe algunos padres de la iglesia griega y latina se refieren a la Madre Dios como “inmaculada”,  San Justino o San Ireneo.

España fue, desde muy temprano, una nación de claro sentir inmaculista. El fervor popular hizo  que ya en el siglo VII  se celebraba la  fiesta de la Concepción. Un amplio número de textos litúrgicos medievales muestra que la fiesta de la Inmaculada Concepción se guardaba en el siglo XIII, incrementó su popularidad en el XIV y se difundió ampliamente por toda España durante el siglo XV, especialmente, tras la recuperación de los territorios del sur de España por la corona de Castilla. En el siglo XVI asistimos a una proliferación de cofradías que se ponen bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de María.

El momento cumbre del fervor inmaculista será el siglo XVII, momento en el que encontramos ejemplos de una fortísima y extendida devoción a la Inmaculada Concepción con ejemplos tan notables como Valladolid o Sevilla, cuya ciudad y clero se erige como ejemplo de este fervor mariano multiplicándose, por entonces, fiestas litúrgicas, asociaciones y hermandades y, por ende, las manifestaciones artísticas en la pintura, escultura y dedicaciones de templos a la Inmaculada Concepción. Huelva, perteneciente al territorio diocesano sevillano, sería la primera ciudad en España en dedicar un templo a la Inmaculada Concepción.

Fruto de esa unión entre fe y arte fueron todas las pinturas de los siglos XVII y XVIII, que, al tratar este mismo tema, coinciden en su título “Inmaculada Concepción".

Los artistas del siglo XVII fueron muy prolíferos en crear imágenes para todas las capillas, conventos…, dedicados a esta advocación mariana, teniendo por un lado el origen del dogma y por otro la búsqueda de una imagen que lo represente, encontrando alegorías artísticas fundamentadas: 
  • en el Génesis: “pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón”.
  • Apocalipsis: "Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza" (Ap 12, 1).
  • Letanías Lauretanas:  Sus otros símbolos han sido popularizados por las Letanías de la Virgen del santuario italiano de Loreto, conocidas como Letanías Lauretanas. Se trata de una recopilación de metáforas extraídas, fundamentalmente, del Cantar de los Cantares y del Antiguo Testamento.  Aquí se compara a la Virgen con los astros, como el Sol, la Luna o la Estrella del mar; con árboles y flores, como Jardín cerrado, Fuente de los jardines, Pozo de agua viva, Olivo, Cedro del Líbano, Lirio que florece entre espinas, Rosa sin espinas; y otras metáforas como Espejo sin mancha, Torre de David, Ciudad de Dios, Puerta del cielo…
Al considerar a María como la "llena de gracia", desde el momento de su concepción, y la digna madre del Salvador, todos los cuadros que presentan a María como "Inmaculada Concepción" suelen tener estos elementos comunes muy representativos: - Una mujer joven orante, con corona de 12 estrellas,  vestida con túnica blanca y manto azul (3),  a  sus pies  una media luna(2) y una serpiente o dragón …

En nuestra parroquia, podemos contemplar un cuadro de la Inmaculada Concepción, que recientemente ha sido restaurado. Se trata de un oleo sobre lienzo, una pintura religiosa, de devoción, de autor desconocido.

La Virgen es el punto central de una composición simétrica,  rodeada de  rayos dorados de luz , simbolismo apocalíptico de su radiante presencia vestida de sol. María, que es la “Llena de Gracia”, esta llena de Jesucristo, ella es el primer Sagrario. 



Su figura está delimitada en los laterales y la parte inferior por nubes blancas, que indican  la presencia de Dios y su gloria, ya que María es  la Nube fecunda que trae a Dios a nuestra alma. La flanqueadan  cuatro cabezas de querubines que representan  el ejército celestial que acoge y está por debajo de una única criatura: La Virgen.  

Sobre su cabeza, una corona de catorce estrellas, que representa la santidad y  la realeza de María,  es una alegoría de la inmortalidad.

El que sean catorce estrellas y no doce las que formen su corona  encontramos la explicación  en el Nuevo Testamento, en el primer capítulo del Evangelio de Mateo que nos presenta la genealogía del Mesías:  hay catorce  generaciones entre Abraham y David,  catorce  generaciones entre David y el exilio y 14 generaciones del exilio al Mesías.  La última generación, culmina en María, es una generación engendrada no por voluntad de la carne, sino por voluntad divina, somos todos aquellos que lo hemos recibido y por lo tanto, somos contados por hijos de Dios. “Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios, los cuales nacieron no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13) 
El autor representa a María  como  una bella mujer joven, con gesto tranquilo e iluminado;  de rostro pálido, cejas arqueadas, nariz recta;  con una   larga cabellera  rizada,  castaña  y  suelta, signo de virginidad,  que cae sobre su espalda y hombros. 
 
Tiene una mirada tierna  y   en  sentido de descendimiento para indicar el momento en que Dios envía a la tierra a la Virgen sin mancha alguna. Su cabeza ligeramente inclinada, simboliza que  a pesar de que viene del cielo y pertenece a la realeza, no viene a imponerse, sino a ofrecerse de forma bondadosa y humilde.

Las manos, colocadas por encima de la cintura, unidas por las yemas de los dedos en una

actitud de oración indican seguridad y calma. Sus manos dirigidas hacia el Cielo  dibujan un “refugio”   donde acoger a todos sus hijos y darles su amor.
Vestida con una  túnica de color rosa(3), en alegoría a  la “Rosa mística”  como llamamos a la Virgen en las letanías, nos indica que es la Reina de todas las virtudes, colmada de la gracia santificante y purificada del pecado. Los amplios pliegues de su túnica rosa descienden verticalmente y se quiebran en ángulo sobre la luna, dejando un pie al descubierto(4). 

Su manto  la envuelve  de estrellas y el uso del claroscuro da volumen y presencia a toda la composición. El color azul es  símbolo de virginidad y  también hace alusión al mar, María es Estrella del Mar. El manto de María representa a la madre que envuelve y cobija. María es Hogar de Dios-Hombre y Sede de la Sabiduría.

A sus pies hay una media luna, como se indica en el Apocalipsis, significando  el triunfo sobre la oscuridad. Desde un punto de vista meramente cristiano, la Virgen es la luna puesto que está en función del Sol, su Hijo. Ella es el vivo reflejo de Dios y, en ese sentido, un modelo para todo creyente, puesto que irradia al “hombre nuevo” que Cristo instaura. 


Un  elemento importante que podemos apreciar en esta obra es la figura del  dragón, símbolo y representación del mal, sinónimo bíblico de Satanás. San Juan proporcionó el testimonio más impresionante sobre esta bestia pavorosa en su famoso Apocalipsis 12:9.  El evangelista vincula sin equívoco al dragón a “la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás”, con la misión de matar al niño que nacerá para salvar al mundo.

El paisaje alegórico ubicado en el pie del cuadro, es otro atributo de las Letanías, que nos indica su papel de intercesora entre el mundo terrenal y Dios.

Con la mirada en el cuadro, recemos a nuestra Madre como nos enseñó San Efrén el Sirio ya en siglo IV:

Bendita seas, María, hija de los pobres,
que te convertiste en Madre
del Señor de los reyes.
En tu seno habitó aquel
cuyas alabanzas
están llenos los cielos.
Bendito tu pecho
que lo alimentó con amor,
tu boca que lo besó 
y tus brazos
que lo acurrucaron.


CURIOSIDADES: 
  • La Iglesia otorgó a los sacerdotes españoles el privilegio de vestir una casulla azul celeste durante la festividad.
  • Además del origen religioso, la Inmaculada Concepción es patrona y protectora de España y ello se debe a la Batalla de Empel. Durante la Guerra de los 80 años entre el Imperio Español y Provincias Unidas de los Países Bajos, tres tercios de infantería española, aislados y cercados por la flota holandesa escaparon a una muerte segura de un modo tal que los católicos no dudaron en calificarlo de “milagro”. Un soldado español encontró una imagen de la Inmaculada Concepción pintada sobre una tabla. La imagen acompañó a los soldados en Empel cuando todo parecía perdido. Desde Empel se celebraba cada 8 de diciembre desfiles y actos en honor a la Inmaculada Concepción en los acuartelamientos de infantería. Pero su patronazgo oficial de España no llegó hasta 1760, cuando el papa Clemente XIII proclamó a la Inmaculada como ‘Patrona Universal de los Reinos de España e Indias‘.
  • Este año se da una condición especial, la coincidencia de esta solemnidad con el segundo domingo de Adviento. Como explica Mons. Alfonso M.ª Frechel en el número de diciembre de Iglesia en Segovia, solamente España tiene el privilegio de poder celebrar la solemnidad de la Inmaculada Concepción el día 8 de diciembre, ya que en toda la Iglesia universal está trasladada al día 9, lunes. Es una única excepción que hace la Santa Sede por petición de la Conferencia Episcopal Española, dado que la Inmaculada es la Patrona de España. 


(1) Se celebra en este día porque fue el 8 de diciembre de 1854 cuando el Papa Pío IX proclamó este dogma de fe en la Bula "Ineffabilis Deus", con estas palabras:

"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."

(2) “La luna” nunca se representa llena, como en la Crucifixión, sino recortada en forma de creciente. La media luna se asocia e identifica con el islam. En la Batalla de Lepanto acaecida el 7 de octubre de 1571 los turcos dispusieron inicialmente su flota naval en forma de media luna mientras los cristianos lo hacían en forma de cruz. Después de la victoria de Lepanto, la cristiandad gustó interpretar el creciente de luna bajo los pies de la Virgen como un símbolo de la victoria de la cruz sobre la media luna turca. Así, se ha visto en la media luna bajo los pies de María un modo de resaltar el triunfo del cristianismo.


(3) A partir de las visiones de Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de las Concepcionistas, Francisco Pacheco (1564-1644), considerado como el maestro de la iconografía inmaculista, estableció los rasgos físicos de la Virgen en “El Arte de la Pintura”:
“una joven vestida con túnica blanca y manto azul, símbolos de pureza y eternidad respectivamente, coronada con doce estrellas (stellarium), la media luna hacia abajo y una serpiente a los pies simbolizando su dominio sobre el pecado. La figura de la Virgen, habría de estar rodeada por un resplandor oval de tonalidades áureas……”

El influjo de esta línea representativa es evidente en otros artistas como Zurbarán y, con ligeras variaciones por su yerno, Velázquez y otros pintores como Ribera o más tarde, el propio Goya.

En las primeras imágenes de Inmaculadas, la Virgen se representa a con túnicas de tono rojo, rojizo o  rosa y manto azul,   porque a la Virgen la llamamos “Rosa mística”, “María Auxiliadora” en las letanías.
Encontramos muchas representaciones inmaculistas con túnica rosa de la Virgen y manto azul (Juan de Roelas[3], Pacheco,[4] Velázquez[5], El Greco[6] o Zurbarán[7]) 

(4) El Cardenal Sterck, Arzobispo de Malinas y el obispo de Brujas indicaron la Iconografía de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, o de la mejor manera de representar este Misterio. La influencia Belga, indicaba que el pie derecho, debía de mostrarse  calzado con una sandalia y el izquierdo cubierto por el ropaje. 







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